Deprimir: abatir, quitar el ánimo, hundir
Depresión: decaimiento del ánimo de la voluntad, estado patológico caracterizado por decaimiento del sentimiento de valor personal, por pesimismo, inhibición de las funciones psíquicas.
Depresión significa descanso profundo, se pudiera interpretar tambien de otra forma: darnos un descanso cuando estamos caóticos, exhaustos y no como una enfermedad. Se convierte en una patología si permanecemos así, si no actuamos.
Es una falta de interés a aquello que es de segunda mano. El “anhelo” de morir del falso yo.
La depresión incluye el despertar, por eso debe ser honrada y valorada, no medicada, meditada, ni analizada. Debemos atender a su llamado; poner atención a la verdad cósmica que nos revela, sin miedos ni prejuicios.
¿Es la depresión un simple llamado al despertar?
Necesitamos confiar en la inteligencia infinita universal, permitir que el divino y amoroso suicidio, el despertar espiritual haga su magia en nosotros.
Ese llamado a morir, al suicidio, sintiendonos deprimidos, es realmente un anhelo de morir en el sentido fisico; no significa dejar de respirar, o que cese el latir del corazón; no es a esa muerte el llamado, sino a la muerte del falso yo, el que no es autentico y que representa lo que he querido ser y no soy.
A través de la depresión la vida nos llama la atención a gritos, ¡vive, vive!
¿Cómo sería una vida real, libre de temores, auténtica?
El llamado a la muerte, al suicidio, es quitarle la vida al viejo yo, limitado; ese es el verdadero suicidio, el suicidio divino tan necesario para todos. Terminar con una vida vacía, sin sentido y lanzarnos a lo desconocido con amor, abiertos a todas las posibilidades.
Esta conclusión no implica huir de responsabilidades, se trata más bien de honrar la fuerza de la vida que llevamos dentro.